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Juicio político

Por: Ing. Jesús Herrera Rábago

Dicta el refrán popular que “el pez por su propia boca muere” y bien puede completarlo el otro adagio que dice: “en boca cerrada no entran moscas”.
De los muchos defectos del Presidente Estadounidense Donald Trump, uno de los que más sobresale es ser “hablador” o como solemos decir “bocón”, y obvio las personas con este defecto más de alguna vez se les va de más la “lengua”.
Estos últimos días se desató un escándalo en nuestro vecino del norte, pues un denunciante anónimo escribió una queja contra el presidente Trump, por “estar usando el poder de su cargo para solicitar la interferencia de un país extranjero en las elecciones de próximo año”.
El escándalo gira en torno a una conversación telefónica del Presidente con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski en la que le pide que su Gobierno investigue a su rival demócrata Joe Biden quien es el favorito para enfrentarlo en los procesos electorales del 2020, y a su Hijo Hunter. La acusación de Trump es que Biden presionó para sacar un fiscal ucraniano, Víctor Shokin, que indagaba una empresa energética donde trabajaba su hijo, Hunter.
Según el denunciante la Casa Blanca trató por todos los medios esconder la conversación, sin embargo, fueron obligados por la presión del escándalo a lanzar un memorando que contiene una transcripción de dicha llamada. Obvio que advierten que no es una transcripción exacta, sino una aproximación de los temas que se abordaron y en el que se incluye la petición con las siguientes palabras: “se habla mucho sobre el hijo de Biden, que Biden detuvo un enjuiciamiento y mucha gente quiere averiguar sobre eso, así que cualquier cosa que pueda hacer con el Fiscal General sería genial. Biden se jactó de haber detenido el proceso, así que si pudieras revisar ese asunto…”.
Inmediatamente el Congreso inició el proceso denominado “impeachment”, que es un juicio político en el Congreso a un alto funcionario por delitos graves, previstos en la Constitución.
La historia indica que de los tres presidentes que han sido sometidos a este proceso ninguno fue destituido, Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998 no fueron destituidos, y Richard Nixon renunció antes de concluir el proceso.
Muy seguramente será aprobado en la cámara de representantes donde son mayoría los demócratas, luego tendrá que mandarse al Senado donde se necesitan 67 votos de los 100 para destituirlo. El problema es que los demócratas tienen solo 45 y necesitarían 22 más para lograrlo. Sinceramente no creo que senadores republicanos se atrevan a votar en contra, aunque si lo hacen sería algo extraordinario y, me atrevo a decir, heroico.
Así las cosas, la pregunta que puede estar haciéndose usted, amable lector, es porque empecé diciendo que “el pez por su propia boca muere”, pues porque mi opinión es que independientemente que sea destituido o no, este golpe debilita mucho la figura de Trump para su reelección, y aunque es cierto que “puede zafarse del anzuelo que trae en la boca”, lo más seguro es que llegue muy “desangrado” a las próximas elecciones.
Esta es mi opinión, usted tiene La Última Palabra.

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