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Pemex Sociedad Anónima
Por: David López Bautista
México tiene refinerías para producir gasolinas y otros petrolíferos a partir del crudo, en Salamanca, Salina Cruz, Minatitlán, Cadereyta, Tula y Ciudad Madero. Todas son supuestamente hasta hoy propiedad de PEMEX, en los términos de la Constitución Política. Todas son viejas: la última fue construida en 1979. Dos nuevos paquetes “llave en mano”, adquiridos poco después, no fueron ni siquiera montados; y en los tiempos del gobierno de Miguel de la Madrid, los vendió a remate en 1982, uno a China y otro a Corea. Y para muchos ese fue el arranque formal del neo-liberalismo en México, inspirado por Adam Smith.
Hoy, como es sabido, México tiene que importar el 41.2 por ciento de la demanda interna de gasolinas. Nuestro gasto diario equivale a 765 mil barriles y la producción propia de gasolinas en las refinerías nacionales alcanza los 450 mil barriles, o sea el 58.8 por ciento.
Felipe Calderón quiso remediar esta aberración con otra aberración. En su sexenio cada 10 minutos los televidentes desprevenidos recibían el mensaje machacón: “como estamos importando gasolina de Texas y la India, todos estamos de acuerdo con la iniciativa de reforma energética” porque, según el texto de la iniciativa, “los sectores social y privado podían realizar las actividades de transporte, almacenamiento y distribución de gas, de los productos que se obtengan de la refinación de petróleo (gasolinas) y de petroquímicos básicos”. Ahora con la reforma del artículo 4º. De la Ley de Pemex. Dice textualmente que: “Petróleos Mexicanos y sus organismo subsidiaros podrán contratar con terceros los servicios de refinación”. Más aún: esos terceros, o sea empresas privadas, “podrán construir, operar y ser propietarios de ductos, instalaciones y equipos”. No hace falta subrayar que dice claramente: “ser propietarios”. Ahí no acaba. Resulta que, a causa de las cuotas comprometidas por el gobierno de exportación de crudo, que las autoridades imponen a Pemex, las refinerías nacionales sólo producen al 42 por ciento de su capacidad instalada. Y nos dice la SENER, que “no es por falta de mantenimiento por lo que no operan a toda su capacidad las refinerías, sino porque no se les dota de crudo suficiente para trabajar”. O sea que, hoy por hoy, las autoridades del Ejecutivo Federal obligan a PEMEX a exportar más crudo del excedente después de atender las necesidades nacionales; y escatiman, en cambio, a las propias refinerías el crudo que pueden refinar; y luego, lastimeras, no hacen ver la aberración que efectivamente venimos cometiendo al importar gasolinas y petrolíferos que podríamos producir en casa, sin ninguna necesidad de que otros vengan a hacernos el trabajo.
Podríamos con la actual capacidad instalada, sin ninguna reforma legal, sino con la eficacia que la ciudadanía reclama, abatir la importación de gasolinas desde un 41.2 por ciento a un 26.8 por ciento del consumo nacional. Si PEMEX en el 2012, con una renta petrolera de 509 mil millones de pesos hubiera pagado al fisco solamente el 50 por ciento, como pagan en Bolivia las petroleras extranjeras a Evo Morales (antes pagaban 18 por ciento), PEMEX habría dispuesto de más de 250 mil millones para todos sus proyectos rezagados de expansión natural, incluidas las prospecciones para recuperar el índice de reservas probadas, para la restauración de los viejos oleoductos, para la modernización y reconfiguración de las refinerías y la construcción de dos más y así habría podido ampliar su capacidad de refinación.
Vale la pena recordar que la mayoría de los legisladores federales (cual Cipayos) de la actual legislatura en funciones se entregaron al neoliberalismo rampante, y a diputados y senadores se les olvido que recibieron el mandato popular para el Poder Legislativo y la representación ciudadana, con plataformas electorales que propugnaban por la preservación y el mejoramiento del patrimonio energético nacional y la no interferencia extranjera. Y traicionaron el mandato que recibieron. El pueblo elector entrega el mandato, no la soberanía. Y pronto volverá a otorgar otro mandato temporal. Ya veremos dijo un ciego. (HASTA LA PRÓXIMA SDQ)