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La feria de mi pueblo
Por: Dr. José Ascención Tijerina Flores
Una tradición muy arraigada de nuestro ciudad, sin duda alguna es la celebración de la feria de agosto, conocida también como la feria de la cosecha o feria de la espiga que coincide también con la fecha oficial de la fundación de nuestra ciudad, antes Villa de San Juan Bautista de Cadereyta hoy Cadereyta Jimenez N.L..
Al igual que otros municipios, también tienen sus festejos por estas mismas fechas aproximadamente por razones obvias, como son: El clima favorable, la época de levantamientos de cosechas del ciclo temprano o bien por acontecimientos naturales muy propios de la región ejemplo: La feria del azahar en General Terán, La feria de la naranja en Montemorelos, La del aguacate en Sabinas Hidalgo, La de la granada en García Nuevo León, La de la nuez en Mier y Noriega, etc. etc. etc.
Existen registros desde 1900 de que en Cadereyta se celebraba la feria de la cosecha, pues era época de realizar comercialmente los productos de la región: Maíz, frijol, piloncillo etc. etc. y habiendo resultados económicos se festejaba con alegría y jolgorio el acontecimiento que duraba aproximadamente todo el mes de agosto.
Por lo general la feria se instalaba en la plaza de armas (plaza Hidalgo) ocupando las calles que la circundaban con juegos mecánicos como: Redondel de caballitos, sillas voladoras, rueda de la fortuna y muchos otros aparatos que hacia la delicia de niños y adultos.
En el centro de la plaza se organizaban aquellas kermeses que después de una buena corrida de toros se disfrutaba sin distinción de clases ni edades. Se consumían toda clase de golosinas, además se instalaban algunos locales con oficinas simuladas de registro civil, cárcel, cantina, claro en forma ficticia y divertida con el fin de recabar algunos recursos con fines benéficos. Algunas parejas de novios o conocidos llegaron al matrimonio formal en su etapa de adultos después de haber sido “casados” a manera de broma o de forma simulada.
También había diversión para la gente del campo, además de bailes públicos en la antigua plaza 27 de septiembre, conocida tiempo después como plazuela de Tampico, actualmente plaza General Gerónimo Treviño Leal.
En ese lugar también se efectuaban algunas suertes campiranas tan mexicanas como: Coleaderas a calle abierta, Gallo enterrado, Chiva colgada, Juego de argollas etc. etc. y claro el triunfador era premiado con un gran ramo de flores y una sonrisa de la Reina en turno.
Los bailes eran amenizados por clarinete y tambora y algún acordeón o Violín que apenas se daban a conocer en la región y que hacían emocionar o deleitarse observando los pasos y adornos de participantes en el baile. Vale destacar la diversión que provocaba “Doña Toribia!” personaje muy extravagante de la época por la forma de vestir y conducirse ante el público. (Así lo viví).
Hoy, a tantos años de distancia, vuelve la tradición que ha dado fama estatal y regional a nuestro pueblo, aunque bien vale la pena reflexionar acerca de enorme cambio cultural, pues anteriormente había más respeto hacia los ancianos a las damas que asistían en gran número a los festejos. Creemos que se usaba un lenguaje más moderado en los jóvenes, no había los bailes ridículos y extravagantes que nos hace recordar la mención de la historia que nos relata que nuestros indios bailoteaban sin sentido hasta caer rendidos intoxicados tal vez por algunas plantas que se cosechaban en la región. No había necesidad de tanta vigilancia extrema, en fin, los festejos terminaban con la unión familiar en paz y armonía.
Sin embargo, debemos reconocer el esfuerzo de nuestras actuales autoridades por mantener vivas estas costumbres y tradiciones que son la raíz misma de lo que somos, aunque lo quieran o no.
Usted que opina amable lector?
Gracias