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Primero de Diciembre
Por: David López
Un zócalo repleto, 500 ó 700 mil almas en torno a un ideal, una victoria que este pueblo siente como suya, porque como dijo AMLO: “Yo ya no me pertenezco, ya soy de ustedes” y así lo siente esta gente que vibra, aplaude y grita vivas a quien representa, hoy por hoy, una esperanza de cambio en el país; López Obrador, solemnemente, escucha con atención la invocación de los chamanes que entre copal, incienso y pócimas preparadas para el efecto, buscan atraer la energía positiva del universo a través de sus dioses aztecas. “Nunca como hoy, en varios sexenios, había presenciado tanto respeto, tanto orden; hoy las televisoras no han tenido en ningún momento la necesidad de cubrir el micrófono para ocultar los insultos a otros presidentes. Y es verdad, aquella multitud observó con sacro respeto la ceremonia de “limpia” a su líder; por un momento pareció que el tiempo se había detenido y los sacerdotes del templo mayor celebraban el ungimiento del gran Tlatoani azteca; atrás, frente a ellos, cual frío desmentido histórico, la catedral metropolitana como símbolo de la conquista espiritual y religiosa hacia nuestro pueblo.
Andrés Manuel López Obrador, es hoy, en este momento, más que un Presidente constitucional; es la fe, la confianza ciega, el dogma político que no admite cuestionamientos, la palabra mágica que todo lo resuelve; en el programa de trabajo del nuevo Tlatoani azteca, no existen límites, pretextos y mecho menos imposibles para el logro de sus objetivos; uno a uno los va enunciando: becas, pago en la capacitación de los jóvenes para el trabajo, adultos mayores, cien universidades gratuitas para la juventud en el país, mejoramiento de la salud, respeto irrestricto a los maestros, cancelación de la reforma educativa, voto libre y secreto en los sindicatos para la elección de sus dirigentes, estímulo a la inversión para el empleo, apoyos al campo, inversión en la industria petrolera y recuperación de las seis refinerías, más la construcción de una en Tabasco, conformación de la Guardia Nacional y revocación del mandato, si el pueblo no ratifica a sus gobernantes incluyendo al Presidente. Andrés Manuel López Obrador, es ese raro fenómeno social, que hace tiempo no se veía en la política, porque, simple y sencillamente, no habían llegado políticos-políticos, desde que los “Juniors” del sistema arribaron al aparato gubernamental doctorados bajo el brazo, con la salvedad del trístemente célebre EPN, cuyos resultados ya conocemos, pero que gracias a ello, pese a todo, Andrés Manuel logra por fin acceder a la Presidencia. La experiencia del 1 de Diciembre en el zócalo de la Ciudad de México será además de histórica, inolvidable para muchos, por no decir que para la nación, pues es la victoria del pueblo sobre un sistema corrupto, el triunfo del voto mayoritario ante las urnas y la unidad popular en torno a un liderazgo que este país requería con urgencia; AMLO representa la democracia, la revaloración del voto ciudadano y su confianza en las instituciones electorales tan cuestionadas en los últimos tiempos. ¿Fenómeno social o político? ¿Mesías redentor? ¿Político anárquico e intolerante? ¿Líder amoroso? ¿El hombre de Estado que hoy requiere el sistema político para su propia salvación? La respuesta se la dejamos a usted, amable lectora, lector, aunque lo único cierto es el enorme apoyo social con el que el Presidente Andrés Manuel López Obrador llega a Palacio Nacional, algo que sus adversarios y enemigos políticos tendrán que ponderar dos veces antes de “meterse en las patas de los caballos”, si nos es permitida la expresión, pues si bien, AMLO les habla de perdón y punto final, ello no significa que, si le jalan la cola al tigre, éste no reaccione con toda su naturaleza y vaya que el tabasqueño la tiene fuerte. ¿No cree usted?
(HASTA LA PRÓXIMA SDQ)