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Palacio de Miraflores
Por: Ing. Jesús Herrera Rábago
A lo largo de la historia nunca han faltado gobernantes nefastos y necios, por lo general dictadores que por preservar el poder son capaces de cualquier cosa con tal de lograrlo.
En la antigua Roma quedó el caso del Catilina, quien a decir, del escritor romano Salustio: “fue de gran fortaleza de alma y cuerpo, pero de carácter malo y depravado. A éste, desde la adolescencia, le resultaron gratas las guerras civiles, las matanzas, las rapiñas, las discordias ciudadanas, y en ellas tuvo ocupada su juventud”.
Cicerón vivió denunciando en sus escritos titulados catilinarias, que son discursos donde denuncia sus conspiraciones. Para la historia ha quedado la famosa frase, pronunciada ante el Senado romano el 8 de noviembre de 63 a. C., donde inicia diciéndole: “¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”.
Las historias de este tipo de políticos y gobernantes se repiten una y otra vez, hasta pareciera que solo cambian de nombre, de época y de circunstancias, pero en el fondo es el mismo modo de actuar.
Venezuela está viviendo momentos de extrema tensión, la crisis cada vez más aguda ha llevado a este pueblo a levantarse, incluso en armas, para pedir que el presidente Maduro renuncie a su cargo.
Desde que el opositor Guaidó anunció el martes pasado la etapa final de la “Operación Libertad”, que tiene como objetivo derrocar a Maduro y sacarlo del Palacio de Miraflores, las protestas multitudinarias han sido reprimidas con violencia por grupos del ejército que guardan lealtad al Chavismo. Heridos, detenidos y personas muertas, es el resultado.
Su necedad raya en la “locura” de creerse sus propias mentiras de un país que según él está en paz y en prosperidad, cuando la realidad es que su patria está sumida en una terrible crisis económica que ha tocado fondo, con desabasto de alimentos y medicinas.
Desgraciadamente como sucede, detrás de este tipo de personajes, están países o grupos que lo empoderan para seguir ahí. En este caso, todo parece indicar que Rusia, pues al parecer Maduro ya tenía todo preparado para huir quizá a Cuba, sin embargo una orden impartida desde el Kremlin lo obligó a cambiar de planes y quedarse.
Así las cosas, habrá apelar al dicho popular, que dicta: “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que los aguante”, pero ojalá no sean más días, ni meses, y este tipo deje su necedad y se retire para que con ello vuelva la paz a este país latinoamericano.
Esta es mi opinión. Usted tiene La Última Palabra…