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Muy barato

Por: Ing. Jesús Herrera Rábago

Los judíos, en tiempos del Antiguo Testamento, tenían un ritual en la festividad llamada Día de la Expiación, en la cual echaban suertes sobre dos machos cabríos, uno era sacrificado por el Sumo Sacerdote para el perdón de los pecados de los israelitas; el otro era cargado con todas las culpas del pueblo judío para enviarlo al desierto y con él se perdía todo lo malo que hubieran cometido.

Tomando esta analogía, desde hace mucho tiempo se utiliza esta expresión para la persona a quien se achacan todas las culpas para eximir a otras. Puede ser inocente o culpable, sin embargo, lo que caracteriza es que sirve para que otros involucrados se vean libres de ese tema.

En muchos ámbitos de la vida social sucede este fenómeno, por ejemplo, en las familias en muchas ocasiones existe el “chivo expiatorio”, aquel que está mal y que todos critican, culpan de los problemas familiares, pero que de forma contradictoria a todos les conviene que siga así para excusarse o sentirse liberados de su responsabilidad.

En la política no es la excepción, en México la película se repite cada sexenio, el gobierno entrante toma a un personaje de peso, le abren un caso penal hasta encarcelarlo y con ello piensan que basta para calmar el clamor popular de justicia.

Las lista ya es larga: Díaz Serrano en el sexenio de Miguel de la Madrid, La Quina en tiempos de Carlos Salinas, Raúl Salinas de Gortari al inicia Ernesto Zedillo, Vicente Fox a Rogelio Montemayor por el Pemexgate, y Peña Nieto a Elba Esther Gordillo.

Parece que ahora la historia se repite con el caso de Emilio Lozoya, ex director de Pemex, que junto con el director de Altos Hornos de México, son acusados por la venta de una planta de fertilizantes que causó quebranto a la empresa.

Obvio que nadie con un poco de lógica, se opondría a que en este caso se investigue y se haga justicia, lo que no podemos estar de acuerdo es que con eso, nuevamente, crean que basta y no se vaya por los “peces” grandes que son quienes ordenaron toda la operación.

Siendo honestos, a la clase política mexicana le ha salido muy barato robar y saquear al país, la mayoría ni la cárcel han pisado, y quienes han estado han salido en pocos años, les regresan su dinero y casi les piden perdón por haberlos metido presos.

La cuarta transformación tendría que ser diferente, y si ya se metió en este caso tiene que seguirlo hasta topar. Es comprensible que no es tan fácil, los vacíos legales, los amarres políticos, la protección de jueces, complican muchísimo el poder castigar a exfuncionarios. Si no pregúntenle al Bronco que ni un día pudo tener a Rodrigo Medina en la cárcel.

Así las cosas, al gran oportunidad de López Obrador se abre porque se acaba de instaurar la nueva Fiscalía autónoma de la nación que durará más del sexenio y que, en teoría, le permitiría actuar libremente e ir con todo contra quien resulte responsable, sea quien sea.

Esta es mi opinión, usted tiene La Última Palabra.

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