Cadereyta Jiménez, N.L.

Vestidos a la usanza de los “Dorados de Villa”, esta tarde un grupo de organilleros trajeron a Cadereyta la nostalgia de los años del porfiriato con un órgano manual de 115 años de antigüedad.

Entrevistados en la calle Hidalgo, frente a conocida clínica, José Antonio Buendía Cortés, Arturo Cárdenas Morales y Gelasio Flores Escobar, mencionaron que su tradición data de cuando el presidente Porfirio Díaz mandó pedir a la Werner & Leves de Alemania, un pedido de 200 organillos que serían destinado para la gente acomodada, ya que se consideraba un artículo de lujo en ese entonces.

Sin embargo, el transporte que traía el valioso pedido, fue interceptado por el general Francisco Villa, quien lo destinó para ser tocados en plazas y avenidas por parte de sus soldados, para que todo el pueblo disfrutara la música.

Desde entonces nacieron los organilleros en la capital del país, aunque ellos vienen de Ecatepec de Morelos en el Estado de México y no son sindicalizados, contrarios a los de la Ciudad de México.

Mencionan los organilleros que viven de las propinas de la gente, que con el paso del tiempo se le agregó un mono, ya que en los circos, los organilleros mientras tocaban, un mono con sus gracias hacían reír a la gente y eran los encargados de recoger las propinas.

Aunque ahora el chango es de peluche, el valioso organillo si es de origen germano del cual se pagan hasta 50,000 pesos por sus reparaciones y tiene que venir un técnico alemán y un chileno a realizar las reparaciones, ya que son los únicos en el mundo que pueden hacerlo.

Así que si usted los ve en la calle, apoye las tradiciones de México con una propina para los organilleros del centro del país.