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19 de ene.

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Una anécdota muy real y muy humana de Don Eugenio

Publicada

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Por: Dr. José Ascensión Tijerina Flores

Corrían los años de nuestra época de estudiante, era Gobernador del Estado el Lic. Raúl Rangel Frías y en la entonces Universidad de Nuevo León era Rector Roberto Treviño González, el Lic. Rogelio Villareal Garza recién terminaba sus estudios de abogado.
Rogelio había sido Presidente de la Sociedad de Alumnos en tres ocasiones, más tarde sería de los hombres más importantes durante el gobierno del Lic. Eduardo Elizondo.
En aquel tiempo fue creado el Departamento de Extensión Universitaria y el Rector Treviño designó al Licenciado Rogelio Villareal quien con todo el entusiasmo que lo caracterizaba se avocó al desempeño de su tarea.
Uno de los problemas principales de esa época era la escases de recursos en la clase media baja para adquirir los libros requeridos y así continuar sus estudios. Ideo entonces el Lic. Rogelio crear una biblioteca a la que llamó “Del libro alquilado”.
Claro la función de este departamento era alquilar a muy bajo costo los libros que algunos estudiantes requerían pero que no tenían la posibilidad de adquirirlos.
Al estudiar la lista de los necesario el Lic. casi se va de espaldas, 60 mil pesos era lo mínimo requerido para su biblioteca. Con todo un plan detallado se presentó el buen Rogelio ante el Rector y de inmediato le pidió aquel dinero para adquirir los libros.
La Universidad tenia carencias económicas, el Rector aceptó la propuesta pero…. No aportó el dinero y en cambio sugirió a Rogelio que visitara al Gobernador para ver la posibilidad de que aportara los billetes.
El Gobernador Rangel Frías vivía en la distinguida colonia Obispado y el tenaz Rogelio trepó de inmediato a su viejo carro y se dio a la tarea de buscar el domicilio del Gobernador.
Una vez en la colonia que Rogelio desconocía, no encontró la calle y de tanto dar vueltas de un lado a otro su carrito no resistió más y se detuvo.
Rogelio que de mecánico no tenía ni idea, no logro encontrar la casa ni el desperfecto de su auto, volteando en todas direcciones para ver si alguien le podía ayudar vio en una residencia vecina a un jardinero haciendo su labor en el jardín, ese hombre ya se había dado cuenta del problema, se acercó al Lic. Y cuando se enteró de la falla se dispuso a revisar el motor mientras Rogelio despotricaba por no encontrar el domicilio para los fines que perseguía, y comentaba el Lic. La finalidad de la búsqueda diciéndole es para el bien de ustedes los jod… y los fregados de sus hijos mientras aquel hombre intentó hacer funcionar el coche con el éxito esperado.
Ya para marcharse Rogelio le agradeció y sacó de su bolsa un billete de 10 pesos que aquel jardinero rechazó, pero la insistencia del Lic. Fue tal que finalmente aceptó aquel señor tal vez para unas cervecitas como se lo había sugerido el Lic. Rogelio.
Al despedirse le dice el jardinero “Mire, a lo mejor en la cervecería le pueden ayudar con el dinero, busque ahí al Lic. Ricardo González Quijano, él lo puede ayudar”.
Como Rogelio no pudo localizar al Gobernador y estaba decidido en insistir en su afán, se aventuró y decidió ir al lugar indicado. Al día siguiente muy temprano ya estaba Rogelio en la cervecería, pidió hablar con González Quijano y para su sorpresa fue recibido de inmediato y otra sorpresa más sería que ya tenían hecho el cheque por 60 mil pesos que le entregaron antes que el pronunciara palabra alguna.
Solamente le dijeron que el propio Don Eugenio Garza Sada había dado instrucciones para que le entregaran eso para su biblioteca.
El jardinero mecánico era el propio Don Eugenio al que el Lic. Le había obsequiado 10 pesos para unas cervecitas y además le había dicho que era para beneficio de los jod… fregados.
Así concluyó esta aventura del buen amigo Rogelio que sorprendido pudo concluir su obra para beneficio de las clases estudiantiles necesitadas.
Y a tantos años de distancia, aún nos seguimos preguntando: Quedarán algunas gentes con la calidad humana de Don Eugenio Garza Sada?
Usted amable lector que opina?
Gracias

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