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Fátima
Por: Ing. Jesús Herrera Rábago
Se suele decir que del dicho al hecho, hay mucho trecho. Quizá uno de estos casos sea el tan conocido proverbio: “A una mujer, no se le pega ni con el pétalo de una rosa”. Es innegable que suena maravilloso y lleno de sentido, pero desgraciadamente a lo largo de la historia la discriminación y opresión a la mujer ha sido constante.
Es cierto que desde el siglo pasado empezó el movimiento “feminista” a defender los derechos de la mujer. Célebre es, por ejemplo, el libro de la filósofa francesa, Simone de Beauvoir, “El segundo sexo”, que para muchos ha sido un ancla o un punto de fuga que ha permitido llegar a donde no se había podido. Para 1949, en que lo escribió, fue una osadía que muchos rechazaron enérgicamente, pues mostraba la desigualdad y subordinación de las mujeres, por lo cual lanzó su famosa sentencia que ha servido como grito de guerra para el tema feminista: “No se nace mujer: se llega a serlo”.
Tristemente, más de medio siglo no ha logrado erradicar la violencia y la discriminación a las mujeres. En pleno siglo XXI, y no sólo en comunidades más alejadas de la civilización, sino en las mismas urbes, nos encontramos con casos lamentables donde las mujeres sufren todo tipo de vejación.
Los casos más dramáticos son los “feminicidios”, que son los asesinatos de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia. En enero de este año, se reportaron 73 en el país, y Nuevo León fue el primer lugar con 8 casos.
Para algunos podrían parecer pocos, o habría temas más graves en el país, sin embargo, el tema no son sólo los asesinatos, sino el maltrato físico, psicológico, verbal, que las mujeres viven en su hogares, en el trabajo o incluso en la calle, donde sufren acoso como es el caso en el Metro o en los camiones.
Aunque todos los años se realizan actos, eventos, marchas o protestas por este tema en el marco del Día Internacional de la Mujer, este año en México, ha tomado un tinte especial, pues los último casos de feminicidio de Ingrid y de la niña Fátima Cecilia, “Han sido la gota que derramó el vaso”, ya que al no ser suficientes las protestas y marchas, convocaron a un paro nacional de mujeres para hacerse escuchar más fuerte.
Muchas empresas, instituciones educativas y empresas, han manifestado su apoyo para que ese día las mujeres que decidan unirse al paro y no hacer nada, no sean afectadas en su salario o con algún tipo de castigo. Quizá no se alcance la totalidad, pero en definitiva, como se visualiza el panorama, será un día histórico.
Así las cosas, qué bueno que este movimiento apuntale la lucha contra el “machismo” o la “misoginia”, pero creo que no basta sino llegamos a cambiar la cultura desde la casa a través de las nuevas generaciones. Creo que ahí está la clave para erradicar, como muchos otros, este grave problema.
Esta es mi opinión, usted tiene La Última Palabra.